martes, 28 de agosto de 2007

MARIO BENEDETTI

Cómo hacerte saber que siempre hay tiempo,
que uno sólo debe, buscarlo y desearlo.
Que nadie establece normas, salvo la vida.
Que la vida sin ciertas normas pierde forma,
que la forma no se pierde con abrirnos,
que abrirnos no es amar indiscriminadamente.
Que no está prohibido amar,
que también se puede odiar.
Que el odio y el amor son afectos,
que los afectos nos definen.
Que definirse no es remar contra la corriente,
que cuanto más fuerte es el trazo, más se dibuja.
Que buscar un equilibrio no implica ser tibio,
que negar palabras indica abrir distancias,
que encontrarse es muy hermoso y ,
que el sexo, forma parte de lo hermoso de la vida.
Que el por qué de los niños tiene un por qué,
que el querer saber de alguien, no es sólo curiosidad.

Que nunca está de más agradecer,
que la autodeterminación no es hacer las cosas solo.
Que para no estar solo hay que dar,
que para dar debimos recibir antes,
que para que nos den también hay que saber como pesir y saber pedir no es
regalarse.
Que regalarse es, en difinitiva, no quererse,
que para que nos quieran debemos demostrar que somos,
que para que alguien sea, hay que ayudarlo.
Que ayudar es poder apoyar y alentar,
que adular no es apoyar,
que adular es tan pernicioso como dar vuelta la cara.
Que las cosas cara a cara son más honestas,
que nadie es más honesto porque no roba.
Que el que roba no es ladrón por placer,
que cuando no hay placer en las cosas que se hacen
no se está viviendo.

Que para sentir la vida no hay que olvidarse que existe la muerte,
que se puede estar muerto en vida.
Que se siente con el cuerpo y con la mente,
que con los oídos se escucha,
que cuesta ser sensible y no herirse
que herirse no es desangrarse.
Que para no ser heridos levantamos muros,
que sería mejor construir puentes,
que sobre ellos se va a la otra orilla, y también se vuelve.
Que volver no implica retroceder,
que retroceder, también puede ser avanzar.
Que no por mucho avanzar se amanece más cerca del sol.
...cómo hacerte saber que nadie
establece normas, salvo LA VIDA...

lunes, 6 de agosto de 2007

EL BUEN COMBATE

El Buen Combate es aquel emprendido porque nuestro corazón lo pide. En épocas heroicas, en tiempos de los caballeros andantes, esto era fácil; había mucha tierra por conquistar y mucho por hacer. Hoy día, sin embargo, el mundo ha cambiado mucho y el buen combate se desplazó de los campos de batalla al interior de nosotros mismos.

El buen combate es aquel entablado en nombre de nuestros sueños. Cuando explotan dentro de nosotros, con todo su vigor, en la juventud, tenemos mucho coraje pero todavía no hemos aprendido a luchar. Después de mucho esfuerzo, aprendemos a luchar pero ya no tenemos el mismo coraje para combatir. Por eso, nos volvemos contra nosotros mismos y pasamos a ser nuestro peor enemigo. Decimos que nuestros sueños eran infantiles, difíciles de realizar o fruto de nuestra ignorancia de las realidades de la vida. Matamos nuestros sueños porque tenemos miedo de entablar el buen combate.
El primer síntoma de que estamos matando nuestros sueños es la falta de tiempo. Las personas más ocupadas siempre tienen tiempo para todo; las que nada hacen, siempre están cansadas; no consiguen terminar ni realizar el poco trabajo que tienen y se quejan constantemente del poco tiempo que tienen. En verdad es miedo de enfrentarse al buen combate

jueves, 2 de agosto de 2007

LOS FRUTOS DEL CORAZÓN HUMANO


La tradición sufí cuenta la historia de um rey que buscaba buenos pintores para decorar su palacio. Dos equipos – uno griego y otro chino - comparecieron con sus mejores artistas, tratando de conseguir un trabajo que rendiría millares de monedas de oro.
Como test, el rey pidió que cada uno decorase una de las paredes de una de las salas. Para que un grupo no viese el trabajo del otro, eligió paredes opuestas y puso una cortina en el medio.
Los chinos pintaron la suya con el mayor cuidado, mientras que los griegos apenas pulían sin parar la superficie de la otra. Llegó finalmente el día en que el rey resolvió sacar la cortina y comparar los resultados.
De un lado vió uma hermosa pintura china. En la otra pared, que había sido pulida hasta transformarse en un espejo, el rey también vió la hermosa pintura china – pero con su propia imagen al medio.
- Este es el mejor – dijo el rey. Y los griegos ganaron el empleo, porque supieron lidiar con la vanidad ajena.