domingo, 7 de junio de 2009

... LOS PESCADORES DE PERLAS


... Lo de anoche fue una experiencia preciosa. Ver en el Maestranza una ópera en concierto desde la fila 3, y además de gratis.. (gracias, compañera...)


No conocía yo esta ópera del maestro Bizet; la verdad es que me pareció uno de estos cuadros de Gauguin donde retrata escenas de países exóticos (la obra se desarrolla en Ceylán). La partitura es preciosa; una música encantadora que hace que las tres horas que dura (anunciaban dos horas y cuarto), se vayan en un pispás (... o será que la semana pasada estuve cinco horas viendo Tristán e Isolda embutido en la butaca de la fila 6 a machacamartillo...) y al final el tercer acto (capado, capado..) casi terminara antes de empezar.


Sobre los cantantes... a mí me encantó Roberto Alagna en el papel de Nadir. Dicen de este hombre que está echando su carrera a perder por interpretar óperas que no le van. A mí me parece una voz prodigiosa. Casi al final del primer acto, canta un aria con unos tonos de contralto que a mí me fascinaron y que hacían que acariciaran y llenaran el aire del teatro desde abajo hacia arriba con una facilidad que asustaba. Este hombre, que se caracteriza por su voz de tenor casi baritonal, asombró cantando casi de puntillas subiendo el tono a extremos maravillosos.


Creo que esos tres minutos (que luego tuvo que repetir bajo los bravos del público... demasiados bravos, me parece a mí..) fueron lo mejorcito de una noche que después mmm, a ver; en cuanto a la soprano, Nathalie Manfrino, bien, bien... con una voz preciosa y con una técnica espectacular. Pero sin exagerar; eso sí, subía mucho de nivel cuando cantaba con Alagna que se sentía mucho más cómodo con los tonos de ella. En cuanto al barítono (Marc Barrard), he de ser justo que tal vez tenía el papel más dificil. Hay un momento en que hace un dueto con la soprano, espectacular, pero se ve que un nivel mayor lo haría mucho más espectacular todavía. Regular nada más.. Y lo del bajo... uffff, caradepalo tiene una voz que retumba por las paredes y me parece que medio tiraría un tabique si se pusiera a ello. Nicolás Courjal que se llama el mozo se merendó al barítono, al coro, a la soprano y a quien se pusiera por delante, ¡qué torrente, que voz...!
Bueno, seguramente esta será una crítica muy mala; por primera vez he osado escribir sobre mis impresiones técnicas en una ópera. Pero cada vez me gusta más.